Artes Visuales 1. YAYOI KUSAMA / CAROLINA ANTONIADIS

YAYOI KUSAMA


Yayoi Kusama (nacida el 22 de marzo de 1929) es una artista japonesa. A lo largo de su carrera, ha trabajado con una gran variedad de medios incluyendo: pintura, collage, escultura, arte performance e instalaciones; la mayoría de los cuales exhiben su interés temático en la psicodelia, la repetición y los patrones.

Kusama es una precursora de los movimientos del arte pop, el minimalismo y el arte feminista e influenció a sus contemporáneos, Andy Warhol y Claes Oldenburg.​ A pesar de haber sido olvidada después de que dejó la escena del arte neoyorquino a principios de la década de 1970, Kusama es reconocida actualmente como una de las artistas más importantes que haya salido de Japón y una voz muy importante del avant-garde.

Su infancia, adolescencia y juventud transcurrieron en una sociedad misógina, en la que la mujer tenía poco o nada que decir. Y mucho menos en el complicado campo del arte. A los 10 años, entra en contacto con el mundo del color y la plástica. Enamorada desde entonces de los lunares (polka dot), empieza a realizar obras donde la fantasía y la realidad conviven en entornos en los que nada es lo que parece. Retratos de su madre plagada de lunares. Obras que pretenden reflejar las inquietantes alucinaciones que produce su propia mente… La solución que encontró Kusama para contrarrestar los efectos de su desorden mental fue, sencillamente, pintar aquello que veía: desde muy joven sufre alucinaciones, depresión, despersonalización y trastorno obsesivo compulsivo.


La niña Yayoi Kusama vive aún en sus Infinite Rooms, en los lunares que siempre vuelven, en las flores que brotan a medio camino entre el paraíso y el infierno. El mundo artístico de una de las creadoras contemporáneas más fascinantes tiene su origen en las pesadillas que nunca la abandonaron. Pero al crecer, despliega la belleza más especial ante los asombrados ojos del espectador.


En 1957, con 28 años se muda a Nueva York para buscar nuevas vías de expresión con las que dar salida a la vorágine artística que anidaba en su mente y en su espíritu. El bullicioso mundo artístico norteamericano y su predominancia masculina no impidieron que la artista llegara a convertirse en una de las creadoras más efervescentes, innovadoras y activas de su época (y de las que vendrían después). En forma de instalaciones o happenings; desde lienzos oversize a performances, la obra de Yayoi Kusama despliega desde entonces hasta hoy una variedad y una inquietud que no conocen barreras.


En Nueva York, la artista entra en contacto con figuras de la talla de Andy Warhol y Donald Judd. Vive en primera persona la explosión del pop art y la desbordante creatividad de los años 60 y 70, que influyen poderosamente en sus instalaciones llenas de luz, color y curvas. Es también el momento de sus famosas “esculturas blandas”, montajes realizados con telas y acolchados que desvelan un profundo temor (revelado por la artista) a la sexualidad y la penetración.


A finales de los años 60, el potente movimiento sociocultural que experimenta la escena norteamericana se apodera del espíritu de Yayoi Kusama. Ella lo abanderam creando obras en el campo del happening, las manifestaciones antibelicistas y la moda. También comienza a realizar películas a medio camino entre la cinematografía, el autorretrato y el arte, entre las que destaca Kusama Self-Obliteration (La autodestrucción de Kusama). Este filme obtuvo numerosos premios y supuso un paso de gigante para el reconocimiento artístico a nivel mundial de una artista tan innovadora como interesante.


 

1973 es el año del retorno de Yayoi Kusama a su Japón natal. Su talento se despliega entonces en múltiples facetas; desde la ya reconocida plástica, hasta la recién descubierta literaria. En 1983, su novela La cueva de los estafadores de Christopher Street gana el 10º Premio Literario para Autores Noveles de la revista Yasei Jidai. Los 80 son la década de las primeras grandes exposiciones de la artista, a nivel mundial: su obra viaja al Museo de Bellas Artes de Calais (Francia), a Nueva York y a Londres. Viajes que culminan con la presencia en 1993 en la Bienal de Venecia, donde su Jardín de Narcisos (fuertemente influenciado y promovido por el artista Lucio Fontana) habla al espectador acerca el narcisismo vital de la creadora utilizando como lenguaje su pasión por las flores, los espejos y las formas esféricas e infinitas.


Si algo caracteriza a las obras de Yayoi Kusama es, sin duda, su intensidad. La artista, prolífica e innovadora, otorga una vida casi sufriente a todas sus creaciones. Desde sus primeras piezas, donde ya se percibía la presencia de la alucinación mental como parte indesligable de la estética, las obras de Kusama atrapan al espectador y le arrastran a una corriente de pasiones.








El trabajo de Kusama está basado en el arte conceptual y muestra algunos atributos del feminismo, minimalismo, surrealismo, arte marginal, arte pop, y expresionismo abstracto, además de estar fusionado con contenido autobiográfico, psicológico y sexual. Kusama también es una novelista y poeta publicada, y ha creado trabajos notables en filmes y diseño de moda. Retrospectivas de gran tamaño e importancia han sido expuestas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Whitney de Arte Estadounidense, y el Tate Modern, mientras que en 2008 Christie's en Nueva York vendió una de sus obras en $5.1 millones de dólares, un récord para un artista mujer con vida.




Puntos, Lunares, Círculos.



Kusama comenzó a cubrir superficies (paredes, pisos, lienzos y más adelante objetos del hogar y cuerpos desnudos) con lunares, los cuales se convertirían en la marca personal de su trabajo. Los vastos campos de lunares o “redes infinitas”, como ella las llamaba, eran extraídas directamente de sus alucinaciones.


La técnica de Kusama se caracteriza por saturar grandes lienzos y diversos espacios físicos con círculos multicolores, puntos y lunares repetitivos que invaden y diluyen todos los elementos alrededor. Escenas que recrea un infinito ilusorio, motivo recurrente en cada una de sus piezas.
























Happenings


Kusama  fue pionera en los happenings en la Nueva York de los `70. Los cuerpos desnudos con puntos son una de sus marcas artísticas durante estos happenings neoyorquinos.

Happenings (acontecimiento) son acciones improvisadas con la participación activa de los espectadores.








Esculturas


Kusama realiza también esculturas, dotando de corporeidad a las figuras que habitualmente aparecían en sus cuadros.

En 1994 comenzó a crear esculturas para espacios públicos de diferentes ciudades de Japón y el exterior, como Francia Estados Unidos y Portugal.























Instalaciones

Desde 1963 Kusama ha continuado su serie de cuartos Espejos/Infinito. En estas instalaciones complejas, cuartos hechos a la medida se alinean con vidrios espejo y contienen pelotas de colores neón colgadas a diferentes alturas sobre el espectador. Erguido dentro de una pequeña plataforma, la luz se refleja repetidamente sobre las superficies espejo para crear la ilusión óptica infinito.








































CAROLINA ANTONIADIS


Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, en 1961.


Reside y trabaja en Buenos Aires. Su amor y pasión por el arte son herencia de su abuelo, Demetrio Antoniadis, pintor  y paisajista que se radicó en Rosario al emigrar de Grecia que pronto integró el grupo de impresionistas del Litoral.


En 1984, se recibió de profesora superior de Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Durante el año 1987 fue integrante del Grupo de la X. De 1990 a 2001, trabajó en la cátedra de Skific Saltzman de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Universidad de Buenos Aires. Entre 1996 y 2003, fue profesora titular de la materia Pintura de tercer año en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.


Desde su primera exposición individual, en 1987, ha realizado decenas de muestras y ha participado en ferias y bienales internacionales como la Bienal de Cuenca (Ecuador), en 1998, y la Bienal de Panamá, en 2013. También formó parte del Workshop de la Fundación Progreso, auspiciado por la Fundación Rockefeller. Recibió la Beca a la Creación Artística de la Fundación Antorchas en 1989 y 1999. Ese último año también ganó la Beca del Fondo Nacional de las Artes. En 2016, obtuvo el Primer Premio de Dibujo en el Salón Nacional de Artes Visuales por su obra Trama humana y el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Pintura por El sonido de la deriva. Ambos cuadros pertenecen a su última serie, Sonidos mentales (2017), y muchas de sus obras forman parte de colecciones públicas y privadas, tanto en la Argentina como en el exterior.

 





















































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